domingo, 29 de julio de 2018

Plantas medicinales, comestible y venenosas:

Este es el título de un libro que me regaló mi hija. Muy interesante para quien le guste conocer las plantas medicinales.
No puedo dar nombres ni lugares donde recolectarlas en los contornos de Teruel, porque se exponen que los vea un forestal y la multa hoy día puede ser excesiva.
Este episodio fue como ocurrió en un viaje que realizamos al Monasterio de San Juan de la Peña, en Huesca, que una señora cogió un ramillete de acebos, esas bolitas rojas con esas hojas coriáceas que nos traen recuerdos de la navidad.
Bien pues se las puso como adorno en la solapa  de la chaqueta y, al salir de una Capilla del Monasterio,  de donde nos terminaban de enseñar un corto en cinta sobre la vida del Santo y donde están enterrados los Reyes Aragoneses...
Como digo, al salir se le acercó un señor, vestido de paisano, y le puso una multa, que en aquellos tiempos fue de ¡50 pesetas!
Pero volvamos al asunto de las plantas medicinales.
Las hierbas que mi padre recolectaba eran para consumo de la familia y algún amigo muy próximo. Al respecto también puedo contar una anécdota.
Un día se presentó un matrimonio que vivían enfrente del cruce de San Blas, en dos casas que están a la derecha subiendo. Tenían las fiebres Malta, uno de ellos y, con lo que le preparó mi padre, se las curaron. En agradecimiento siempre que bajaban a Teruel, nos traían de lo que criaban en sus huertos.
Y es que hay mucha alegría en dar y ayudar.
-Pensamiento-

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