Este es el título de un libro que me regaló
mi hija. Muy interesante para quien le guste conocer las plantas
medicinales.


Bien pues se las puso como adorno en la
solapa de la chaqueta y, al salir de una Capilla del Monasterio, de
donde nos terminaban de enseñar un corto en cinta sobre la vida del Santo
y donde están enterrados los Reyes Aragoneses...

Pero volvamos al asunto de las plantas
medicinales.
Las hierbas que mi padre recolectaba eran
para consumo de la familia y algún amigo
muy próximo. Al respecto también puedo contar una anécdota.
Un día se presentó un matrimonio que vivían enfrente
del cruce de San Blas, en dos casas que están a la derecha subiendo. Tenían
las fiebres Malta, uno de ellos y, con
lo que le preparó mi padre, se las curaron. En agradecimiento siempre que
bajaban a Teruel, nos traían de lo que criaban en sus huertos.
Y es que hay mucha alegría en dar y ayudar.
-Pensamiento-
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