El Cardo Santo -Cnicus Benedictus- o centáurea bendita es una hierba anual a la que se le ha dado este nombre tan pomposo a causa de las singulares virtudes que posee para combatir numerosas enfermedades, desde la pérdida del apetito o la indigestión a los resfriados, la tos, la fiebre o las infecciones bacterianas.
Este cardillo enano, pues no crece más de medio metro, se cría en la Europa mediterránea. Crece en los ribazos, en campos abandonados, olivares, viñedos... Hay hasta 40 especies o más de cardos. Pero todas ellas requieren clima templado y un suelo poroso.
Quizás lo hayas visto como planta ornamental, en la composición de conjuntos de flores secas.
Cuentan que este cardo fue importado de la India en el siglo XV, para usarlo como remedio básico para aliviar las fuertes jaquecas del emperador Federico III de Alemania (1415-1493). Sus médicos, queriéndolo adular, usaron esta planta en muchas enfermedades, observando asombrados que conseguían resultados muy beneficiosos.
En el siglo XVI comenzó a emplearse esta planta con fines curativos para dolores e inflamaciones.
En algunos autores se identifica con el Cardo Mariano, cardo de María, cardo de Nuestra Señora, cardo lechero, alcaucil o alcachofa silvestre... Pero el nombre botánico de este es Silybum marianun.
El cardo santo de tallo erguido, velloso; de hojas lobuladas, verde pálido y con bordes recubierto de espinas contiene aceites esenciales, taninos y mucílagos. Entre sus componentes activos se encuentra el alcohol cerílico, principio amargo, sales minerales y vitamina B.
En esta planta se encierra una sustancia llamada cinina, que estimula la producción de jugos digestivos en el estómago e intestino delgado.
Tiene virtudes febrífugas, antisépticas, depurativas, diuréticas, digestivas y tónicas.
En base al uso tradicional del cardo santo trata la inapetencia, dispepsia y espasmos gastrointestinales.
Del cardo santo tenemos que copiar su poder tónico para reconstituir el potencial energético de nuestra fe y de la oración algo que hará desaparecer la apatía y el cansancio.
-Carrasca + Margalló-
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