El chopo, en algunas zonas se llama álamo.
Este esbelto árbol acompaña las orillas del río.
Desde la ciudad se puede contemplar el trazado de su curso festoneado por los chopos. En primavera, es un festón verde claro, tímido. En verano, el ribete es verde intenso, rotundo. En otoño, la cenefa va cambiando de un amarillo, a un anaranjado, a un marrón. En invierno, la orla solo está formada por las ramas grises que esperan volverse a vestir de temblorosas hojas.
El chopo ayuda a reducir la erosión del suelo. Además de proporcionar excelente sombra mejora la calidad del agua...
Pero también ha proporcionado durante siglos madera para las vigas de las construcciones, o para utensilios... Nuestros antepasados no cortaban el árbol, talaban solamente las ramas apropiadas para satisfacer las necesidades.
De esta manera se han formado los chopos cabeceros.
Chopo cabecero es famoso en el Alto Alfambra donde se ha creado un parque donde es el protagonista. Los chopos cabeceros son árboles veteranos, que soportan unas enormes cabezas donde se van acumulando ramas como una gran cabellera de madera.
Pero en toda la ribera del río Turia existen esa especie arbórea de tronco recio y esbelto. Las choperas están unidas a la cultura de los turolenses como lugares de esparcimiento.
La corteza y las yemas del chopo tienen propiedades medicinales: diuréticas, astringentes, antisépticas, antiinflamatorias.
Hay que copiar la firmeza que tiene el chopo para resistir los envites de la riada de superficialidad que hace naufragar la esperanza que debe presidir el Adviento.
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