Este cuento es
verídico. Sus personajes fueron reales y ocurrió en Teruel.
Eran dos jóvenes.
Ella, llamada Isabel, vivía cerca del Carburo y, él, Luis, el Batanero vivía un poco más arriba.
Ya he
presentado a los dos protagonistas.
El muchacho le
prometió a Isabel que, cuando fuese mayor, se marcharía y le construiría otro
monumento al amor igual. Ella lo tomaba un poco a broma.
Se marchó y
pasaron los años.
Un día volvió muy mayor,
pero inmensamente rico.
Lo primero que
hizo fue a ver si aún vivía Isabel, su amor de juventud .
Ella, era, en
cuerpo de mayor, quien todavía le esperaba. Aún sentían los dos el mismo
cariño.
Luis empezó a
contratar las personas necesarias para empezar el mausoleo que le había
prometido siendo un niño.
Trajo piedras de
Rodeno, maderos de Albarracín, ladrillos de Teruel ...
Contrató al mejor
arquitecto de aquel entonces, D Pablo Monguió...y los mejores especialistas
del arte fúnebre...
¿Qué sucedió con los
mejores materiales y piedras preciosas
que Luis mandó traer?
Ah, querido
lector, este narrador lo ignora. Aún hoy día nadie sabe como terminó esta historia.
Pero si que el
relato corrió de boca en boca.
MORALEJA: Esta
vez tendrás que extraerla tu mismo de la narración que acabas de leer.
-Pensamiento-
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