Lisboa antigua y señorial, que dice la canción: Pica en el transistor para oírla.
Aproximadamente dos horas y veinte minutos de viaje.A la llegada teníamos ya a la guía esperándonos.
Lo primero que visitamos fue la torre de Belem, la basílica y el barrio del mismo nombre, Belem.
Y no éramos nosotros los únicos visitantes.
Mira en la foto si había gente.
Como la climatología acompañaba, aquello estaba lleno de turistas.
Después de visitar todo esto, cuando íbamos en busca del restaurante, al atravesar una calle, tuvimos la oportunidad de ver la guardia real que estaban formados.
Continúamos hacia el restaurante para comer. Entramos en el local, nos sentamos en las mesas, ¿cuál fue la sorpresa que nos dieron? Pues que en el menú no nos entraba el pan por lo tanto comimos sin él. No nos lo ponían ni aún pagándolo nosotros.😕😕
Las bebidas también fueron escasas. Solo una copita, pequeñita, de vino o de agua.
Todo ello, junto con la comida que resultó escasa y poco apetitosa, agrió un poco el día.
Pero, bueno, por una vez de régimen, tampoco pasa nada.
En veinte minutos ya estábamos aseados y adecentados un poco y listos para cenar una cena exquisita: uno de los platos era el famoso bacalao. En Tocha, en el alojamiento el apartado de alimentación era estupendo.
Al terminar de cenar, al salón del baile, donde disfrutamos de la actuación grupo regional muy divertido.
Al terminar sus exhibiciones de cantos y bailes, las portuguesas nos sacaron a bailar ¡anda que no lo pasamos bien ni nada!Sobre todo los que participamos en ello, los demás, pues mirando...😃
Luego fue a la inversa, sacaron los portugueses a las españolas.
Para finalizar, bailaron ellos un par de bailes típicos para despedida. ¡¡Fue una noche maravillosa!!
-Jedrea-
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