Hinojo silvestre. O Hierba santa. Es una hierba anual o perenne. De la familia de las umbelíferas como el anís, el apio o el perejil.
Su uso se remonta a la más remota antigüedad. Ya lo usaban los egipcios y los griegos. En la Edad Media fue creciendo la fama medicinal del hinojo y los monjes benedictinos extendieron su cultivo por toda Europa. De España pasó a América, donde todavía se sigue cultivando.
Pero también se puede encontrar silvestre.
Tiene una raíz carnosa; de tallos delgados con un fino acanalado con franjas azuladas, y ramificados. Las hojas son largas y finitas de un color verdeazulado. Florece a partir de junio, con unas flores pequeñas y amarillas, con umbelas terminales. En ellas aparecerá multitud de granitos de semillas.
Si te acercas a una de estas plantas te asaltará un olor a anís. Es aromática y tiene un sabor picante, dulce y amargo.
Es diurética, y aperitiva -abre el apetito-. Tiene efectos estimulantes sobre el aparato digestivo. Es tónica -reconstituye el potencial energético- y carminativa -facilita la expulsión de gases-.
Sus componentes activos: Esencia de hinojo, aceite esencial, anetol, sales minerales, ácido anísico, vitaminas A, B y C, proteína, azúcar y otras sustancias.
Se emplea como condimento. Se utiliza para aderezar aceitunas, castañas.
Los cogollos tiernos de hinojo constituyen una excelente verdura para ensaladillas. Es saludable, digestivo, bueno para el estómago y el intestino, ya que resulta suavemente laxante.
Pero también, en Francia, se toma al horno acompañada de bechamel.
En el terreno de la belleza, el fruto del hinojo tiene propiedades estimulantes y purificantes.
Se puede utilizar para un buen baño tonificante, colocando el fruto en un saquito de tela en el agua del baño. O bien echando en el agua la infusión obtenida al hervir 20 o 30 gramos de semillas en un litro de agua.
En este Adviento, como el hinojo, abramos el apetito de vivir este tiempo de gracia irradiando alegría.
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