Segundo día del Quinario Jesús Nazareno
Dios no nos deja de su mano.
También Jesús, como Moisés tiene que hacer frente a la
incomprensión y la oposición de su propio pueblo.
“Los judíos” ni entienden sus
palabras, ni son capaces de descubrir su identidad.
Jesús les acusa de falta de
la disposición necesaria: son “de aquí abajo”, carecen, podríamos entender, de
la necesaria altura de miras para entender los designios de Dios,que se
manifestarán plenamente en la cruz, “cuando levantéis al Hijo del hombre”.
Pero
esos “judíos” no se distinguen tanto de nosotros, en realidad nos representan a
todos.
Igual que es duro y arriesgado caminar por el desierto hacia la
libertad, tampoco es fácil entender y aceptar este mesianismo de cruz que nos
propone Jesús: para alcanzar la vida, hay que entregar la vida, para vencer a
la muerte hay que pasar por ella.
No hablamos sólo de la muerte biológica, sino
de esa muerte cotidiana que supone la entrega por amor. También a nosotros nos
falta el valor para afrontar los riesgos que llevan a la tierra prometida,
también nosotros estamos poco dispuestos a pagar el precio de la verdadera
libertad, también a nosotros nos cuesta entender el mesianismo de cruz, que nos
llama a dar la vida para alcanzar la Vida. También a nosotros nos falta la
altura de miras para ver en el alzado en la cruz al Hijo de Dios, y nos asalta
la tentación de enmendarle la plana a Dios.
Pero Dios no desespera y conduce a su pueblo hasta la
Tierra prometida, y Jesús, sin ceder a las presiones y chantajes de sus
interlocutores, continúa exponiendo con coherencia las verdades difíciles que
nos salvan, llamándonos a elevar la mirada, confiando en que, pese a nuestras
resistencias, como muchos de los que le escuchaban, acabaremos creyendo en él por
eso cuando hacemos oración no solo consiste en rezar también nos podemos
comunicar, con Jesús, hablando igual que
lo hacemos con los amigos , Él es uno más
entre nosotros, sabe y comprende nuestras necesidades.Somos comunidad orante
La Iglesia es comunidad de creyentes, que siguiendo la enseñanza de Cristo, se elevan en constante oración.
El cristiano no ora nunca solo, pues su oración está enmarcada en la de la comunidad.
Cuando sabemos que nuestra oración no es única, podemos hacerla más fuerte y confiada de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario