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martes, 23 de marzo de 2021

23 de marzo, en la Parroquia de La Merced

 Segundo día del Quinario Jesús Nazareno

 Dios no nos deja de su mano. 

También Jesús, como Moisés tiene que hacer frente a la incomprensión y la oposición de su propio pueblo.
“Los judíos” ni entienden sus palabras, ni son capaces de descubrir su identidad.
Jesús les acusa de falta de la disposición necesaria: son “de aquí abajo”, carecen, podríamos entender, de la necesaria altura de miras para entender los designios de Dios,que se manifestarán plenamente en la cruz, “cuando levantéis al Hijo del hombre”.
Pero esos “judíos” no se distinguen tanto de nosotros, en realidad nos representan a todos.
Igual que es duro y arriesgado caminar por el desierto hacia la libertad, tampoco es fácil entender y aceptar este mesianismo de cruz que nos propone Jesús: para alcanzar la vida, hay que entregar la vida, para vencer a la muerte hay que pasar por ella.
No hablamos sólo de la muerte biológica, sino de esa muerte cotidiana que supone la entrega por amor. También a nosotros nos falta el valor para afrontar los riesgos que llevan a la tierra prometida, también nosotros estamos poco dispuestos a pagar el precio de la verdadera libertad, también a nosotros nos cuesta entender el mesianismo de cruz, que nos llama a dar la vida para alcanzar la Vida. También a nosotros nos falta la altura de miras para ver en el alzado en la cruz al Hijo de Dios, y nos asalta la tentación de enmendarle la plana a Dios.

Pero Dios no desespera y conduce a su pueblo hasta la Tierra prometida, y Jesús, sin ceder a las presiones y chantajes de sus interlocutores, continúa exponiendo con coherencia las verdades difíciles que nos salvan, llamándonos a elevar la mirada, confiando en que, pese a nuestras resistencias, como muchos de los que le escuchaban, acabaremos creyendo en él por eso cuando hacemos oración no solo consiste en rezar también nos podemos comunicar, con  Jesús, hablando igual que lo hacemos con los amigos , Él es uno más entre nosotros, sabe y comprende nuestras necesidades.

Somos comunidad orante

La Iglesia es comunidad de creyentes, que siguiendo la enseñanza de Cristo, se elevan en constante oración.

El cristiano no ora nunca solo, pues su oración está enmarcada en la de la comunidad.

Cuando sabemos que nuestra oración no es única, podemos hacerla más fuerte y confiada de Dios.


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