¿Has oído hablar del malvavisco?
Quizás lo hayas oído con otro nombre, Altea. Su nombre procede del latín, que a su vez tienen origen el el griego 'altaino'= 'Curar'.
Es un arbusto pariente de la malva. Es la más dulce de todas las plantas.
Sus componentes activos son mucílago, glúcidos, sales minerales, vitamina C, pectina, sacarosa, ácido málico, glucosa, almidón...
Usada en la Antigüedad como suavizante y emoliente, calmante. Conocido su uso terapéutico por Dioscórides. En la antigua Roma, Plinio la empleaba para resolver la apatía intestinal.
Empleada en la Edad Media por Sta. Hildegarda y S. Alberto Magno.
Las propiedades medicinales de esta planta residen sobre todo en sus blancas raíces.
Muy útil para calmar los catarros, la congestión y la tos.
Las hojas y las flores del malvavisco tienen propiedades descongestionantes y calmantes muy apropiadas para una piel delicada y sensible.
Es una planta que evita la incomodidad, la irritación... El malvavisco sirve de ejemplo por su dulzura y suavidad, dos cualidades muy necesarias para trabajar en el Adviento.
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