domingo, 31 de julio de 2016

La Europa que he visitado: Rumanía

Viaje a Rumanía, 'la tierra de los rumanos', que es lo que significa este nombre.
El primer día, el 23 de marzo del 2008. Salimos de Teruel, en autobús, con destino al aeropuerto de Manises, y dirección a Bucarest, la capital de Rumanía.
Vuelo que nos costó llegar 5 horas de avión. Allí teníamos un autobús a nuestra disposición, para nuestro viaje.
Nos alojamos en el hotel Ibis, nos dieron nuestras habitaciones y bajamos a cenar.
El segundo día, el 24, después de desayunar, salimos para visitar Constanta, la Universidad Ovidus, la costa del mar Negro, el Monumento Adamclisi, Tulcea, y también la desembocadura del Danubio.
Nos dejó el chófer un poco antes de pasar el puente que cruza el Danubio, un puentede tres carriles: el del tren y los dos restantes de ida y vuelta.
Yo, como todos, ¡el miedo que pasamos!, pues la parte dedicada al peatón, las chapas metálicas del suelo estaban podridas y se veía el cauce del río.
El tercer día, el 25, nos llevaron a ver el Castillo de Bran, el de Drácula. Allí solo se ven retratos y fotografías, en mi opinión, no merece la pena verlo.
Lo bonito era otro castillo, al lado, dedicado a las armas, que para poderlo ver, te tienes que poner unos mocasines encima de tus zapatos. En el suelo existen unos huecos que aspiran el polvo. Todo el conjunto es muy bonito, sobre todo sus jardines y una estatua del Emperador.
El cuarto día, el 26, nos lo dieron libre, y nosotros aprovechamos para visitar la capital, Bucarest, la universidad Bucuresti, el Arco de Triunfo, el Museo de la Aldea.
Este último se trata de representación de casas antiguas, de aquellos años, con fotografías de sus antiguos moradores, pero que todavía viven en ellas, es decir, aún están habitadas.

El quinto y el sexto día, 27 y 28 respectivamente, la visita fue para la ciudad de Iasi. Fue Capital Cultural Europea en el 2007, o sea, el año anterior a nuestra estancia.
Visitamos los monasterios de Voronet, Arbore, Sucevita...declarados Patrimonio de la Humanidad.
    
En uno de ellos, Sucevita, en Bocovina, cuando llegaba la guerra, todo el pueblo se refugiaba en él, porque es una fortaleza. Dispone de infinidad de celdas para sus moradores, y en él tienes talleres de todos los oficios.
Me llamó mucho la atención de que, como son ortodoxos, sus iglesias son muy bonitas, llenas de pasajes de los santos, como lo pintado en la Iglesia de San José.
El séptimo día, el 29, recorrimos lo que nos había quedado de ver en Bucarest, entre ello, el Parlamento, la Catedral, el Parque Cismigiu, y el Palacio Real.
 
Quizás en el pasado, cuando perteneció a Rusia, debió ser una gran ciudad, pero hoy día, cuando la visitamos nosotros hace ya ocho años, comparada con el resto de Europa, me pareció muy pobre. Con todos los cables entre los árboles; los edificios, con sus fachadas tapadas con propaganda, sin terminar de edificar...
Las casas que debieron ser bloques de pisos tenían sus fachadas viejas y sucias. Los edificios que eran para el Partido, bien construidos, pero muchos sin terminar.
Estuvimos en un supermercado, y la gente no llena los carros llenos como aquí.
En los pueblos por donde pasamos, los tejados eran de chapa de bidones.
Una persona de nuestro grupo fue al hospital, no sé que le pasó, pero le colocaron una venda lavada, pero ya usada.
Pero todo no fueron impresiones negativas. Tiene cosas muy bonitas.
Nos llevaron a un taller de un alfarero que hacía cosas preciosas. Y también a otro sitio que pintaban los huevos con adornos, por cierto muy hermosos.
Los templos ortodoxos, por dentro son muy decorativos, en cambio vimos nuestra iglesia católica y era más  sencillica.
Quizás, actualmente Rumanía haya progresado, pero esta es la visión particular, la que tuve yo en aquel viaje.
-Pensamiento-

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