lunes, 18 de enero de 2016

Enero, frio y hielo:

Mañana fría  y soleada, viento en calma.
El hielo cubre  la tierra con su manto blanco, al amanecer.
Se confunde la helada con una nevada.
Al salir el sol se ve como sus rayos blanquecinos  y tímidos, hacen que el manto blanco vaya desapareciendo, dejando filtrar su jugo en la tierra.
Este será el sustento para mantener la planta, un alimento invernal. 
Con  este fenómeno atmosférico, la tierra se desmorona dejándola esponjosa y suave como una alfombra de terciopelo.
De aquí el refrán muy extendido por esta tierra: "Enero, claro y helaero". 

Sus poros  quedan abiertos a la espera de esa primavera, generosa en lluvias de gotas finas, que llegarán a las entrañas de la tierra. 
Los arboles permanecen dormidos en un sueño reposado y profundo . 
Durante este tiempo el intenso frío protege y elimina los parásitos que alojados en la corteza tratarán  de surgir  con la llegada del buen tiempo. 
Con el despertar de la primavera, en la cual, antes de vestirse de su color verde habitual,  nos sorprenderán, como reflejo pálido y blanco de los meses invernales, sus flores blancas inmaculadas.
           
En tiempos pasados, aún recientes en mi memoria, recuerdo que las familias guardaban frutas y hortalizas de invierno, que con el frío se van madurando a su ritmo.
Estos frutos guardan el aroma, sabor, y color natural. Alimentos que perduran, a veces hasta el mes de abril, para recordarnos lo agradecida que es la naturaleza cuando se le dedica un poco de tu tiempo.
¿No es sorprendente que en pleno enero se pueda disfrutar de un colorido tan hermoso como, por ejemplo, en esta foto echa en el día de hoy?                                                                 
-Olmo-





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