domingo, 1 de noviembre de 2015

Día de Todos Santos

El Papa Francisco dice sobre La santidades el rostro más bello de la Iglesia: es redescubrirse en comunión con Dios, en la plenitud de su vida y de su amor. Se entiende, entonces, que la santidad no es una prerrogativa solo de algunos: la santidad es un don que se ofrece a todos, nadie está excluido, por eso constituye el carácter distintivo de todo cristiano”.
¿Qué es la santidad? No es “cerrar los ojos y poner caras” sino vivir “con amor” y ofrecer “el testimonio cristiano en las ocupaciones de todos los días donde estamos llamados a convertirnos en santos. Y cada uno en las condiciones y en el estado de vida en el que se encuentra”.
A su parecer, “para ser santos, no es necesario por fuerza ser obispos, sacerdotes o religiosos. ¡Todos estamos llamados a ser santos!” y precisamente “muchas veces, tenemos la tentación de pensar que la santidad se reserva solo a los que tienen la posibilidad de separarse de los asuntos cotidianos, para dedicarse exclusivamente a la oración. ¡Pero no es así!”.
En todos “estados de vida” hay una manera de llegar a la santidad: “¿Eres consagrado o consagrada? Sé santo viviendo con alegría tu donación y tu ministerio. ¿Estás casado? Sé santo amando y cuidando a tu marido o a tu mujer, como Cristo hizo con la Iglesia. ¿Eres un bautizado no casado? Sé santo cumpliendo con honestidad y eficiencia tu trabajo y ofreciendo tu tiempo al servicio de los hermanos”.
¿Eres padre o abuelo? Sé santo enseñando con pasión a los hijos y nietos a conocer y seguir a Jesús. Se necesita mucha paciencia para esto, para ser buenos padres, buenos abuelos es necesaria la paciencia, ahí viene la santidad: ejercitando la paciencia ¿Eres catequista, educador o voluntario? Sé santo convirtiéndote en signo visible del amor de Dios y de su presencia al lado de las personas”.
Es decir, prosiguió el Santo Padre, “cada estado de vida lleva a la santidad, ¡siempre! En tu casa, en la calle, en el trabajo, en la Iglesia. En cualquier momento y estado de vida que tengas está abierto el camino a la santidad. No se cansen de seguir este camino” porque “es Dios quien te da la gracia. Lo único que te pide el Señor es que estemos en comunión con el Señor y al servicio de los hermanos

Allí donde trabajas puedes ser santo. Dios te da la gracia de ser santo. Dios se comunica contigo. Allí donde trabajas. En cualquier lugar se puede ser santo si nos abrimos a esa gracia que trabaja en nosotros y nos lleva a la santidad”.
Cuando el Señor nos invita a convertirnos en santos, no nos llama a
cualquier cosa pesada, triste… ¡Todo lo contrario! Es la invitación a compartir su alegría, a vivir y a ofrecer con alegría todos los momentos de nuestra vida, haciéndola, al mismo tiempo, un don de amor por las personas que tenemos al lado”.
Para el Papa Francisco, “si comprendemos esto, todo cambia adquiere un significado nuevo, bello, comenzando por las pequeñas cosas de todos los días”.
-Olmo-

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