miércoles, 28 de enero de 2015

Un momento de reflexión:

Vivimos en una ciudad tranquila.
Nuestra vida se desarrolla, en algunos casos, plácidamente: no hay embotellamientos de tráfico, la gente se para en la calle a saludar y charlar con las amistades y los conocidos, siempre tenemos tiempo para sentarnos en una terraza y tomar una cervecita, o  tenemos la suerte de disfrutar de la alegría de los nietos...
En teoría, tenemos una vida agradable, confortable y placentera.
Pero aun así hay personas que manifiestan estar estresadas. Acumulan ansiedad. Una situación de ansiedad acumulada y prolongada, a veces, suele tener manifestaciones psicosomáticas.
Una de las razones del estrés cotidiano está en nuestra cabeza.
Lo queremos todo, fácilmente y pagando el precio más bajo.
Pensamos ser inmortales, siempre fuertes, saludables...destinados a una eterna juventud.
Así dilapidamos energías que podrían servirnos para disfrutar de lo que nos ofrece cada momento del día.
Hay que encajar las dificultades y tirar para delante. Es el único modo de superar el estrés.

Los estudiosos diferencian el estrés negativo -distress-, del estrés positivo -eustress
La presencia de este último equivale a la estimulación de las áreas del placer del sistema límbico. 
Son zonas del hipotálamo que producen, en nosotros, emociones positivas y agradables, desde la sensación de ligera alegría hasta la felicidad más completa.




La conclusión que se puede extraer es que la mejor receta sería introducir, en cada uno de nuestros días, experiencias de eustress.
Cualquier cosa puede ser motivo, desde leer un cuento a los niños, o hacer una actividad que nos guste, con tal de que se haga de buena gana y nos proporcione una sensación satisfactoria.
¡¡Aprendamos a crear ocasiones de eustress!! ¡¡
-Margalló-

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