lunes, 4 de septiembre de 2017

Cuento para mi nieta: nº4

Este cuento es verídico. Sus personajes fueron reales y ocurrió en Teruel.
¿Dónde si no puede ocurrir una historia de amor si no es aquí?
Eran dos jóvenes. Ella, llamada Isabel, vivía cerca del Carburo y, él, Luis, el Batanero vivía un poco más arriba.
Ya he presentado a los dos protagonistas.
Luis era quien, todas las mañanas, llamaba a Isabel para ir al colegio puesto que su recorrido era el mismo: Puente Hierro, cuesta Andaquilla, hasta el Colegio de las hermanas Navarrete.

Un día en que daban de lección de Geografía, y trataban el mausoleo  de Taj Mahal, en la India.
El muchacho le prometió a Isabel que, cuando fuese mayor, se marcharía y le construiría otro monumento al amor igual. Ella lo tomaba un poco a broma.

Se marchó y pasaron  los años.
Un día volvió muy mayor, pero inmensamente rico.
Lo primero que hizo fue a ver si aún vivía Isabel, su amor de juventud.
Ella, era, en cuerpo de mayor, quien todavía le esperaba. Aún sentían los dos el mismo cariño.
El encuentro fue intenso y pausado, pues su amor todavía envolvía sus corazones.
Luis empezó a contratar las personas necesarias para empezar el mausoleo que  le había prometido siendo un niño.
Trajo piedras de Rodeno, maderos de Albarracín, ladrillos de Teruel...
Contrató al mejor arquitecto de aquel entonces, D Pablo Monguió...y los mejores especialistas del arte fúnebre...  
¿Qué sucedió con los mejores materiales y piedras preciosas que Luis mandó traer?
Ah, querido lector, este narrador lo ignora. Aún hoy día nadie sabe como terminó esta historia.
Pero si que el relato corrió de boca en boca.
MORALEJA: Esta vez tendrás que extraerla tu mismo de la narración que acabas de leer.
-Pensamiento-

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