¿Sabes por qué enero es el primer mes del año?
La idea, como tantas otras, fue de los Romanos del siglo II antes de Cristo.
Su calendario estaba en consonancia con la Luna.
La idea, como tantas otras, fue de los Romanos del siglo II antes de Cristo.
Su calendario estaba en consonancia con la Luna.
En la antigua
Roma, varios siglos antes de nuestra era, el año era una sucesión de diez
meses:
Ø.-El primero
era Martius era el dedicado a Marte, el dios de la guerra;
Ø.-El segundo
mes era Aprilis, palabra derivada del latín, del verbo aperire = abrir, por era cuando les salían
los brotes a los vegetales;
Ø.-El
tercero, Maius, llamado así por la diosa Maia, diosa de la primavera;
Ø.-El cuarto,
Junius, por Juno, diosa del matrimonio y hermana de Júpiter;
Ø.-Quintilis,
por ser el mes quinto del calendario romano;
Ø.-Sextilis,
el sexto;
Ø.-September, el séptimo;
Ø.-October ,
el octavo;
Ø.-November,
el noveno
Ø.-y, por
último, December, el décimo.
El año
comenzaba el primer día de Marzo, las calendas, bajo los auspicios del
dios guerrero Marte, pues esta era la fecha que marcaba el inicio de las
campañas militares con la designación de los cónsules.
Los meses
comenzaban con la luna nueva, algo que era difícil de determinar precisamente
porque, en esa fase, la luna no es visible.
El año no
tenía la misma duración que ahora, y no comenzaba siempre al inicio de la
primavera; además, era el mes en el que se nombraba a los cónsules, y les venía
muy precipitado para organizar las campañas militares.
De modo que
añadieron dos meses:
Ø.-Ianarius,
dedicado a Jano, representada por dos rostros, encargada de la vigilancia de
las puertas y también de los comienzos.
Ø.-Februarius,
palabra que deriva de februare = purificación.
En el año
153 antes de Cristo se fijó que el principio del año en el día 1 de Ianarius.
Y así ha
permanecido hasta nuestros días, a pesar de las modificaciones, de Julio César,
en el 45 a. C. La que cambiaría el nombre al mes Quintilus, Julio; y al mes
Sextilus, Agosto, por Augusto.
Y la del
calendario gregoriano, de Gregorio XIII, en 1582, que es con el que medimos
nuestro tiempo.
-Pensamiento-
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