Admiro sus flores, de color violeta, no de forma uniforme, porque, conforme se van acercando al cáliz, el tono fuerte va disminuyendo a la vez que me inunda su exquisito perfume.
Es una flor muy efímera de modo que la aprovecho al máximo llenándome de su belleza y aroma.
Desconozco sus propiedades, pero sé que el bulbo cocido es bueno para curar o aliviar al menos las duricias de los pies, entre otras cosas.
Laguea es un camino lleno de zarzamoras y membrilleros por un lado, algún que otro manzano silvestre y avellanos, por el otro.
El agua del Turia, la acequia de Guadalaviar y el río Guadalaviar serán compañeros, durante largo trecho, de los paseantes que se adentren en este paraje.
Desde aquí, mis respetos y saludos a todos.
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