
Un día viendo como no se consumían las uvas de parral que tengo para dar sombra, en mi huerta, decidí cogerlas y estrujé el excedente
con
las manos. Salio como 5 litros de caldo.
Una vez que terminó la fermentación, al cabo de unos 15 días , lo cerré herméticamente y a los 30 días, más o menos, probé el liquido, quedé sorprendido de la calidad del vino que resultó.
Tras esa experiencia, en los años siguientes fui aumentando la producción, hasta el punto que he plantado nuevas cepas y en la actualidad la cosecha es de unos 200 litros.
La elaboración, totalmente artesanal, no es muy laboriosa. Cualquier persona lo puede hacer.
Yo, como herramientas, tengo una despalilladora manual, así como una prensa hecha artesanalmente, en casa.
En esto del vino existe cierto secretismo entre las personas que lo elaboran, pero mi método es muy simple.
Primero, se usa la despalilladora, y, manualmente, de despojan del racimo, las uvas que no se han separado con la máquina. Así, en esta fase, ya se libera el caldo que va apareciendo, del resto de masa. Esta se vuelve a introducir en la prensa y, ahí, con paciencia, hasta sacar l a cantidad máxima de líquido.
El caldo lo introduzco en depósitos de 100 litros, donde se queda hasta el final de fermentación que viene a ser unos 20 días.

Es conveniente trasegarlo a otro recipiente, para que no se perciba el olor a los posos que se han depositado en el fondo. Y nada más.
La época ideal para su consumo es hasta final de abril, ya que al ser natural y no tener conservantes, puede estropearse con el cambio brusco de temperatura.
Aquí le llamamos vino del terreno. Con este procedimiento, el color es blanco aún teniendo su origen en la uva negra.
La elaboración del vino tinto precisa otro método, cuyos pasos dejo para un próximo día.
Aquí os copio una antigua coplilla que se canta en las fiestas:
"Ceferino murió ahorcado por beber agua en vez de vino.
¡Tabernero, dame vino, que no quiero morir como Ceferino!"
-Olmo-
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