domingo, 8 de febrero de 2015

La resina: un oficio antiguo


En la Sierra de Albarracín se encuentra Bezas, un nombre que aquí está ligado a la extracción de la resina esa  sustancia semisólida, pastosa, pegajosa e insoluble en agua, pero que si puede disolverse en otros disolventes orgánicos o en aceites.

Desde principios del siglo XX hasta casi finales, fue la principal actividad económica de esos montes. Si te dabas un paseo por el pinar, veías el típico sangrado de los pinos con sus maceticas de casco para recoger el producto.


Con los avances en la Química, esta sustancia se empezó a obtener de manera sintética, mediante reacciones de polimeración.
Hace unos días, han aparecido noticias sobre el tema, en el Periódico de Aragón. Parece que se están planteando el volver a este antiguo oficio, tal y como lo han hecho en otras partes, como en Salamanca.
La resina puede volver a ser rentable para esa Comarca, donde el pinar es su mayor riqueza.
La extracción de la resina de pino se ha convertido en los dos últimos años en una de la pocas salidas laborales para familias jóvenes en el suroeste de Salamanca, en los pueblos del Espacio Natural de El Rebollar.
Debido a los incendios forestales de las últimas décadas, los pueblos de El Rebollar, como Robleda, El Payo, El Sahúgo, Navasfrías, Peñaparda y Villasrubias fueron repoblados con el conocido pino negro -por el color de la corteza de su tronco- que es, precisamente, el ideal para la obtención de la miera o resina.
El pino es un árbol de mediano  alcanza de 20 a 55 metros de altura. La corteza es de color blanco ceniciento, y puede ir del pardo gris al gris oscuro, con surcos  finas placas, cada vez más agrietadas con la edad.
Las acículas, que así se llaman sus hojas, son largas y fuertes, se agrupan de dos a dos. Son de color verde oscuro, y de 8 a 20 centímetros de largo.
Las piñas o estróbilos son pequeñas. Las piñas maduras son de 5 a 10 cm de largo con hojas redondeadas; maduran de verde a amarillo pálido 18 meses después de la polinización el viento dispersa las semillas con alas cuando las piñas se abren de diciembre a abril.
La madurez sexual se alcanza en 15 a 40 años; las cosechas grandes de la semilla se producen en intervalos de 2 a 5 años. Su crecimiento es moderadamente rápido, unos 30-70 cm por año y tiene generalmente una forma cónica redondeada, llegando a ser irregular.
Existen algunos ejemplares  cerca de 1000 años, e incluso uno, cerca de 1050 años.
Es una industria antigua, ya en Guadalajara la resinera más significada y la primera fue la de Mazarete (1882), creada por Calixto Rodríguez, que fue quien canalizó la Unión Resinera Española, como sociedad anónima en 1889, poniendo de acuerdo a los propietarios de las fábricas de Valladolid y de Coca (Segovia).

Cuando el pino llora, el resinero ríe            Y el novato resinero ha empezado haciendo lo mismo que hacían los antiguos resineros pues el oficio poco ha variado en modernidad.
Lo único que ahora ya no se utilizan los potes de barro, sino unos de plástico negro, “más prácticos, pues se rompen menos, aunque son menos románticos”.
Cada doce o quince días una nueva pica, árbol tras árbol, aunque a partir de la tercera pica, hacia mediados de julio,  ya se empieza a remasar, que no es otra cosa recoger la miera, o resina, de los potes
Un pino da entre 2 y 3 kilos de resina cada año, aunque todo depende de la climatología y el primer año la producción suele ser más corta, sobre 1,5 kilos
Una fábrica resinera no es sino una destiladora básica, donde por medio del calor, vapor y decantación, se transforma la resina los dos principales productos derivados: colofonia y aguarrás. 
En la industria química, la resina se utiliza producción de barnices, tintas, adhesivos y también perfumes y fragancias. La colofonia es el residuo sólido de la resina y tiene usos farmacéuticos e incluso para aditivos alimenticios. 
                                                            -Romero-

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