En infinidad de ocasiones hemos escuchado
que no es recomendable ingerir hidratos de carbono a partir de las seis de la
tarde porque, a partir de esa hora, el organismo funciona mucho más despacio.
Esto se debe a lo que se
conoce como biorritmos que son los que dictan los compases a
los que se mueve nuestro metabolismo, y que hacen que por la tarde funcione
mucho más despacio.
Por eso debemos intentar mantener el metabolismo activo y
hacer caso a lo que dice el refrán: "La comida, a reposar, y la cena a pasear". Y es que después de la cena hay que moverse para evitar
que nos engorde.
Muchas personas no ingieren alimentos por la noche: "Desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo".
Algo que si lo pensamos bien tiene su lógica, pero que
no deja de ser un tanto peligroso, si lo que queremos es tener la energía
suficiente para poder hacer frente a las actividades cotidianas.
Por ello, hay que tomar medidas para comer
por la noche y
poder digerir bien los alimentos sin que estos acaben acumulándose en la
barriga
En primer lugar debemos evitar
darnos atracones a estas horas, ya que la digestión será más
lenta y los alimentos tardarán más en digerirse, con todo lo que ello supone
para el organismo. Para evitar esto, debemos ingerir alimentos ligeros como
pescado, verduras, frutas
La cena debe hacerse lo más pronto posible debemos
ingerir alimentos ligeros como pescado, verduras, fruta.
Haciendo caso al refrán conocido por todos,
es importante que no solo tengamos cuidado en lo que comemos, sino que después
de cenar es muy bueno realizar cualquier actividad, caminar, correr o bailar...
¿Y por qué es bueno hacer actividad después de comer o cenar?
¿Y por qué es bueno hacer actividad después de comer o cenar?
Porque:
1.Controla la glucemia. Un paseo
después de cada comida reduce el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
Según
un estudio de la Universidad de Washington, tres paseítos cortos (15 minutos a
buen ritmo) funcionan mejor que uno de 45 minutos.
El más efectivo para mejorar
los niveles de azúcar es el de después de cenar, cuando la producción de
insulina se reduce. ¿Lo ideal? Salir media hora después del postre: es cuando
la glucosa empieza a inundar la sangre. El ejercicio ayuda al páncreas a
secretar insulina y a eliminarla del torrente sanguíneo.
2. Mejora
la digestión. La
actividad física acelera el metabolismo, lo que se traduce en unas digestiones
más rápidas y un mejor tránsito intestinal.
Pasea sobre todo después de una
cena copiosa, que puede provocar acidez e insomnio.
3. Protege tu corazón. Según la Academia Americana del
Corazón, el ejercicio mínimo necesario son 10.000 pasos diarios (media hora de
caminata).
Ayudan a reducir el colesterol, la presión arterial y el riesgo de
enfermedades cardiovasculares, además de quemar unas 500 calorías tendrás un sueño reparador.
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