Escribiendo sobre el mar I:

LA MAR, LA NAVEGACIÓN

¡Qué fascinación, miedo, incógnita…sentiría el hombre primitivo al avistar por primera vez el mar!

Cuando dando tumbos, vagando de un sitio a otro en busca de algo que echarse a la boca, encontrando novedosas todas las cosas y fenómenos naturales llegase a alguna cueva junto al mar su estupor sería enorme al mirar tan inmensa cantidad de agua.

Se aproximarían recelosos, tocarían el agua que tenía la misma textura que la que se encontraban en arroyuelos y manantiales y calmaba su ser, pero ésta no. ¿Por qué no valía para beber?

Observarían desde la orilla el oleaje, el romper de las olas, su bello color azul, su inmenso horizonte…

Y confusos observarían cómo un gran tronco flotaba a la deriva aunque una piedrecilla se hundía ¿POR QUÉ?

Estaba ante el fundamento de la navegación, ante el famoso Principio de Arquímedes.

También nosotros nos admiramos de la flotabilidad de un supercrucero, una ciudad flotante de 300.000 toneladas y, por el contrario, un simple clavo de hierro se hunde.

Volviendo a nuestros ancestros; quizá, en calurosos días se metiesen en el remanso de una cala poco profunda y podían nadar y moverse un poco…

Con facilidad se desplazaban en tierra de un sitio a otro caminando, pero ¿cómo llegarse a esas islitas cercanas?

Querían explorarlas.

Tal vez observasen que algún animalillo subido al tronco y que, arrastrado por la corriente y el oleaje, al poco tiempo llegaba a las islas.

“Hagamos lo mismo” “El tronco sostiene”

Se ayudan con las manos, van más deprisa, mantienen el rumbo. ¡Están inventando el remo!

Nos distinguimos del resto de animales en que observamos, comprobamos, descubrimos, inventamos, progresamos.

A través del tiempo todo ha sido, y sigue siendo innovación, descubrimiento, progreso, evolución.

Siempre hemos estado relacionados con el mar. Siempre inventando y descubriendo para movernos por él.

En próximas entradas seguiré con este tema que me apasiona, como lo demuestran mis fotos sobre el mar.

-Sauce Salix-