jueves, 7 de noviembre de 2019

Mi invento favorito: La máquina cosechadora.

Es la cosechadora, como se le dice corrientemente.
Soy de una de las personas a las que les tocó, en su día, ir a segar con la hoz, o corbella, como dicen en mi pueblo.
Luego pasamos a la guadaña, o dalla, como la llaman por aquí.
Unos años más tarde vinieron las máquinas gavilleras, que segaban la mies y la dejaba en gavillas en el suelo, según el número que se pusiera en los barrastros, se agrupaban en dos o en tres, según la cantidad de mies que quiseras poner en cada gavilla. Detrás de la máquina íbamos agrupándolas en cuatro gavillas, para atarlas y formar un haz.
Se juntaban los haces, para que no se mojasen, en trenales. Del campo la llevábamos, en el carro, a las eras, para hacer fajinas, es decir, pilas de haces en rectángulos. Así esperaba la mies a ser trillada: desgranado el cereal.
Con la faena de aventar, se separaba el grano de la paja. Quedaba el meterlo en sacos. Se utilizaba la media hanega. Una medida que con cada cuatro medias anegas se llenaba un saco, de unos setenta kilos.
Todo esto ha pasado ya a la historia. Ha quedado en el recuerdo. En la memoria de aquellos que pasamos tantos trabajos y sufrido tantos esfuerzos, penurias y sinsabores.
Actualmente, la tarea de cosechar se ha simplificado gracias a las modernas cosechadoras. Es por todo esto que es mi invento preferido. Esta máquina ha mejorado inmensamente la vida  de los agricultores, simplificando una tarea que era ardua y dura.
-Jedrea-

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