lunes, 27 de julio de 2015

Gazpacho antiguo, tradicional:

Cuando estábamos en casa todos, y se echaba el calor, mi madre preparaba un gazpacho a la antigua usanza.
Los hombres estaban en la era, trillando y aventando , y se llamaba ‘sacar el agosto’.
A media tarde, para paliar la sed, a veces, desde la cercana casa, las mujeres traían el gazpacho recién hecho.
Lo elaboraban así: Se machacaba el ajo en un mortero, se añadía la sal gorda, recogida por nosotros desde una salina próxima al pueblo. Aún recuerdo como íbamos a por ella y la traíamos en sacos.
A la majada de ajos se le ponía un buen chorro de aceite de oliva, de nuestra almazara, prensado a la antigua: con capachos y rulos.
Después, cortadas en pedacitos menudos, se ponían las hortalizas de nuestra huerta, bien en sazón: tomates maduros, pepinos tiernos y jugosos, pimientos verdes con mucha carne, manzanas sanjuaneras y su miajita de pan...
          
                                                       
Se le añadía de todo, de ahí viene la frase de '¡hacer menudo gazpacho!', dicho popular de mi tierra cuando se quiere aludir a una mezcla de cosas, de diferente tipo y procedencia.
Se comía cogiendo la comida a cucharadas, todos del cuenco común...Y cuando ya quedaba sólo el caldo, ¡a mojar pan!, hasta que el recipiente quedaba completamente limpio. 
Era el momento de sacar el chorizo, un trozo de jamón, o de queso...Lo que hubiese  en la despensa.
Para nosotros, los chicos, eran tiempos de descubrimiento, de observar lo que hacían los mayores y fijarnos bien, para cuando nosotros ocupáramos su lugar en las faenas del campo.
El tiempo y los acontecimientos se encargaron de que nuestra vida no discurriera en ese plano.
Sólo hemos vuelto a nuestro entorno una vez jubilados de profesiones diametralmente opuestas a la tarea de nuestros padres.
Ahora, disfrutamos de dedicarnos a la huerta por entretenimiento y para atrapar parte de nuestros orígenes, rememorando sabores y momentos felices de la niñez.
-Olmo-

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