viernes, 15 de mayo de 2015

Tomate secado al sol

Desde pequeño, en casa, dentro de una  familia numerosa, y mi padre era agricultor, en  tiempo de verano  y,  como quiera que  se plantaban  muchas plantas de tomate, entre otras formas de conservarlo, se pasaban al sol, es decir, se cortaban los tomates en rodajas, y se colocaban sobre unos cañizos. Allí se secaban al sol, hasta el punto de quedar sin agua  y así poder conservarlo durante el invierno e ir gastando cuando era necesario.

Formas de cocinarlo:
Las mujeres de mi casa lo hacían, y lo hacen de diversas maneras.
Una de ellas, la que más me gusta, es hidratándolo en una olla de agua hirviendo.
Cuando ya se han hinchado, lo pasan por harina, para rebozarlo, y lo fríen en abundante aceite de oliva jienense, ¡qué es el mejor del mundo entero!.
Está para chuparse los dedos.
A veces, también lo añaden a los cocidos para darle un sentido muy rico.
Ahora, dentro de poco, habrá ya la cosecha del tomate fresco. Invito a todo el mundo a tomarlo en ensalada o acompañado de queso.
Es un placer único, ese de coger un tomate de la mata y preparar una ensalada para tomarla de almuerzo debajo de mi emparrado.
El tomate tiene muchas propiedades: es rico en minerales, vitaminas, y posee gran cantidad de agua, sobre un 94%.
Tiene un gran poder antioxidante, que lo aporta el licopeno, el responsable de ese color rojo tan característico. 
Resumo aquí los beneficios más importantes de este fruto de la huerta:
  • Alto contenido en licopeno, un antioxidante que ayuda a prevenir el cáncer de próstata en los hombres.
  • Al ser baja en sodio es recomendada en la dieta de personas con hipertensión arterial.
  • Es rica en fibra, sobretodo si se come con su piel.
  • Aporta vitaminas (sobretodo vitaminas del complejo B, C, A y E), así como minerales (como el potasio, fósforo y magnesio).
  • Ayuda a hacer bien la digestión.
-Olmo-

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