viernes, 21 de noviembre de 2014

El potrillo Fandy ha crecido

Son 20 semanas ya con nosotros, formando parte por completo de nuestras vidas.
Fandy  es un potrico majo, juguetón, divertido a veces, gruñón otras.
Mi nieta está leyendo ahora el libro de Platero y yo y, miren, me recuerda a Fandy.
Su pelo ha cambiado por completo, es tordo, cola negra. Con ojos preciosos que te miran con gran dulzura cuando te encuentran por el terreno.
Si está libre, fuera de su cuadra, su primera visita es a la puerta de la vivienda y con sus patas delanteras golpea, llama, quiere que sepas que está allí esperándote... Le digo desde dentro “ ya voy Fandy” y su manzana ya preparada cae en mi mano. No sé a quién espera más si a mi o a su manzana... ¡que a gusto se la come!  Le da semejantes mordiscos que temo que se atragante.
Se marcha contento, en busca de mi hijo cuando se la ha comido, pero si por algún motivo salgo de nuevo y hablo, Fandy vuela a mi lado. Mi hijo me dice: “que metida tiene tu voz en su cabecica, ¡cómo la conoce!”.
            En varias ocasiones nos ha pasado lo que os cuento a continuación.
Un día, mi hijo lo soltó.  Iba atendiendo a otros animales. Era la hora del biberón, lo llamaba, lo buscaba y no sabía donde se había metido. Pensó, 'pues na le voy a preparar el biberón y ya  aparecerá'
Al llegar a casa, va y encuentra la puerta abierta, piensa 'algún perro se ha metido'.
Entra a la cocina, está preparando el bibe y oye ruidos. Se asoma al pasillo y el bueno de Fandy salía de su habitación con una camiseta en la boca, ¡hasta volcó  la cama de la que armó!
            Otro día, me pasó a mi. Yo estaba echando de comer a los conejos y mi hijo lo había soltado. Yo no sabía nada. Llego a casa y en el salón estaba el buen Fandy, mirando por todo con gran curiosidad.
Las que pasé hasta lograr que diese media vuelta para salir de la estancia, sin tirar nada.
            Cuando baja al prado, sus carreras son tremendas. Nos quiere demostrar que sabe hacer piruetas, aunque son coces lanzadas al aire.
Galopa con una velocidad increíble. Lo malo es que no sabe frenar y, cuando se acerca a ti...bueno, toca que nos guarezcamos en un tronco de árbol.
Eso de la frenada en seco, la verdad, lo lleva mal.
            Ha estrenado cuadra con suelo de cemento y ahora ya llega, a duras penas, eso si, a asomarse por la parte de arriba de la puerta.
Hay que darle siempre la última caricia a un cuello todo estirado para verte. Ya casi no toma leche, tan solo dos biberones al día. Uno por la mañana y otro por la tarde, pero debo colocarme el bibe en el hombro  para llegar a darle bien.
           Nuestro pequeño potro está  creciendo rápidamente.
Ahora queda lo más difícil, educarlo socialmente y, eso lo tiene que hacer un compañero que en breve regresa a su hogar, estoy hablando de Jali, de su padre nada menos.
Tenemos un poco de reparo por si hay rechazo, pero se tiene que lograr.
Seguiremos informando, queridos lectores. A ver si podemos ilustrar el proceso con fotos de ambos pastando .
                                                                      - Mª José Lilao Valero-

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