lunes, 4 de febrero de 2019

Mi paso por la Residencia Turia:

Y es que soy uno de los socios más habituales y constantes. la Residencia Turia es un lugar muy familiar para mi.
Porque lo que yo digo. Que la Residencia Turia es mi segunda casa. Ya que llevo 24 años recorriendo sus pasillos, escaleras y despachos.
Todo esto empezó cuando me jubilé, en el año 1995, y fui a preguntar los requisitos que necesitaba para sacar el carnet de Pensionista. Y me orientó el entonces Presidente lo que debía hacer.
Primero ir al despacho de la Asistencia Social. Allí estaba la siempre amable María José.
Segundo, me dijo si quería ser vocal de la Junta. Yo le contesté que de política no quería saber nada. Entonces me explicó cuál iba ser mi cometido y acepté. Estuve  trabajando en la Junta, hasta que renuncié de todos mis cargos como Vicepresidente.
¿Y cuál fue el motivo? Pues fue porque se celebraba una Junta en el Casino, para dar a los Socios que acudieran el resumen de cobros y gastos.
La mesa estaba presidida por el Director de la Residencia, la Asistente Social, el Presidencia de la Junta, yo como Vicepresidente.
Pero el Presidente, Abril, estaba en la puerta del casino y no hizo mención de quererse acercar a la mesa de la presidencia, tal y como correspondía. Yo, entonces, tomé la palabra y suspendí la reunión, y acto seguido, renuncié a mi cargo.
Durante el tiempo que yo estuve en la Junta, se realizaron infinidad de viajes, tanto en España, como en el Extranjero.
Ah, siempre  fuimos muchos socios, ¡hasta dos coches!
No voy hablar de los viajes, porque no terminaría en un mes, pero si de  algunas anécdotas.
Cierta vez, en el autobús, que nos llevaba a la playa, uno viajes no podía bajar la puerta donde ponen los equipajes.
Un día, después de haber recorrido unos 100 kilómetros, se oye una exclamación dentro del autobús. Y es que la buena señora, debajo de la almohada del hotel,  se había dejado el dinero. Y, claro, tuvimos que volver por el mismo sitio.
Esto sucedió en Pisa, como el autobús nos dejó dentó del recinto, dos abuelos se fueron a comprar unos regalos. Al recogernos, como el autobús salió fuera de la plaza, luego no lo encontraban...¡Hasta lloraban de apuro!
Esta fue muy chocante, nos invitaron a ver el Ayuntamiento, y a  una señora solo se le ocurre meterse detrás de unas cortinas de un balcón y quitarse la faja... Amanecieron tres policías. Le dicen: "Salga de ahí, con las manos en alto" Y claro que salió, hasta sin arreglarse la falda...
En Trujillo, nos dieron la tarde libre. Y alguien propuso visitar el Castillo .Nos fuimos varios matrimonios. De pronto se acerca una señora y nos dice ¡van a cerrar! Salimos corriendo. Allí no avisaban.
En fin, que ahora, con la perspectiva del tiempo, da gusto recordar, pero en el momento en que sucedieron, fueron momentos muy problemáticos.
-Pensamiento-

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