El
vino: sorbos de salud
Las bebidas, además de quitar la sed, son
complemento indispensable para una alimentación sana.
El agua es la bebida más natural, pero
también el vino, la cerveza, el té o el café, en cantidades moderadas, pueden
enriquecer nuestro régimen con valiosas sustancias nutritivas.
Todo el mundo sabe, y ya se ha tratado aquí,
en otra entrada, que el vino es el resultado de la transformación en alcohol de los azúcares presentes en las uvas, gracias
a la acción de unas levaduras especiales.
La composición de vino es muy variada.
Depende de la zona de cultivo de las cepas, del tipo de vino -si es tinto o
blanco- y del proceso de elaboración a la que es sometido.
Pero, en general, se puede decir que además
del alcohol etílico, el vino contiene también ácidos y una discreta cantidad de
minerales, entre los que destacan principalmente el potasio, el magnesio, el
manganeso, el hierro y el cobre.
Para limitar los daños del alcohol y sacarle
en cambio su provecho, es aconsejable beber vino sólo durante las comidas para
reducir la asimilación de alcohol.
La dosis aconsejada, para un adulto, de un
vino de 12 grados es de ½ litro al día y con el estómago lleno.
En pequeñas dosis, limitándose a uno o dos vasos
por comida, el vino es beneficioso.
F.-Estimula la digestión.
F.-Es bueno para el aparato cardiovascular,
porque aumenta el colesterol HDL, que libera a las arterias de los depósitos de
grasas.
F.-Dilata los vasos sanguíneos y favorece la
fluidez de la sangre.
F.-Desarrolla una acción antibacteriana y
antivírica y reduce el riesgo de cálculos biliares.
Los vinos tintos contienen taninos, es decir
sustancias presentes en la piel de la uva, útiles para el sistema inmunitario.
En dosis moderadas son beneficiosos para el corazón.
Al paladar suele ser un poco más ácido, deja
la boca pegajosa, pero eso indica que es rico en taninos.
Los blancos, a menudo, contienen bisulfito,
una sustancia que en dosis elevadas provoca la clásica resaca.
Ni que decir tiene que la cantidad debe
reducirse si se consumen otras bebidas alcohólicas.
El exceso puede provocar graves daños a la
salud, al hígado, al sistema circulatorio y aumenta el riesgo de desarrollar
úlceras y gastritis.
Es decir, que ¡¡Bebamos, hermanos,pero siempre nos moderamos!!
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