Después de pasar la mañana en Jumilla, nos llevaron a comer a un restaurante del Valle de Ricote, último reducto de los moriscos.
A orillas del río Segura, comimos un plato típico de arroz y verduras.
El valle está inundado de cultivos de los limones, la variedad murciana: el limón berna.
Desde el autocar se podía observar el paisaje quebrado por las montañas, el aprovechamiento del agua, y los ramales del trasvase Tajo-Segura, que se inician en el azud de Ojós.
Nuestra última visita del día fue para el museo costumbrista de Alcantarilla.
En la parte exterior, una barraca. Con todas sus estancias y utensilios. Un horno. Y una noria antiquísima, sobre la acequia mayor o Alquibla y que se conserva todavía en uso, aunque sólo como atractivo turístico.
En fin, todo lo que conformaba la vida del murciano en épocas pasadas.
La guía iba dándonos información. Juana es jumillana, y por lo tanto conoce la región estupendamente.
Resulta muy curiosa la anécdota de la jarra del novio y de la novia, que desempeñaba un papel fundamental en la aceptación de futuro marido por parte del padre de la pedida.
Nos enteramos de una curiosidad sobre la bergamota. Secaban la piel de este cítrico parecido al limón. La trituraban. Y con ese polvo se hacía un bizcocho. Era el azúcar de los árabes.
En una sala del museo había un tipo de exposición de botijos, de la concejalía de cultura para potenciar este artilugio que mantiene el agua siempre fresca.😅
Y con esta actividad terminamos la excursión.
Fue muy completa y además genial, porque sólo la hicimos dos docenas de personas.
-Margalló + Jedrea-
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