jueves, 18 de abril de 2019

Procesión del silencio, una experiencia única.

Una amiga nos había  hablado de esta procesión. Así que anoche nos acercamos hasta la plaza del Seminario.
Ya se había realizado el acto de las tres peticiones y la urna estaba llena de papeles en los que estas estaban escritas.
La voz del sacerdote pidió el silencio a partir de ese momento. Todos los asistentes, al unísono, dijeron: ¡lo juro!. Y el silencio se extendió  como un velo por toda la plaza.
A las doce en punto, el redoble monótono de los tambores marcó el inicio de la procesión.
Primero los cofrades alzaron el incensario, luego los penitentes con las cruces y después los portadores de las antorchas, y finalmente los costaleros llevaban al Cristo, Nuestro Padre Jesús Nazareno. Y ya íbamos todos los demás fieles.
La procesión se fue deslizando por distintas calles del antiguo Teruel.
Durante el recorrido algunas personas se iban incorporando y otras abandonando, pero siempre hubo una asistencia masiva. Gentes de diferentes edades: adolescentes, jóvenes, maduros, mayores... Todos guardando un silencio profundo, hondo, infinito...
Mientras la procesión iba dibujando su trazado por las  mudas y sinuosas calles: Andaquilla, Francisco Piquer, plaza la Marquesa, Santa Emerenciana, plaza de la Catedral, Amantes y la llegada al punto de partida, la plaza del Seminario.
Allí, se prolongó el silencio, roto por los ecos de un Padrenuestro con ritmo y acordes de jota:
Y el silencio se rompió con unas palabras del señor Obispo, D. Antonio Gómez Cantero, que nos recordó que "somos una comunidad orante y por eso, Cristo nos mira y mira nuestras peticiones."
Fueron unas horas de profunda intensidad, de insondables sensaciones, ¡una experiencia única!
-Jedrea + Margalló-

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