sábado, 2 de septiembre de 2017

Cuento para mi nieta: el nº 3

Era un rey muy poderoso, porque había ganado muchas batallas. 
Su reino era muy extenso.
Solo tenía una hija, cuyo nombre era Leonor.
En sus juegos, de pequeña, jugaba con el hijo de uno de sus súbditos, un capitán de su ejército.
Así  fue durante su niñez, pero dicen que el roce hace el cariño, y cuando fueron ya mayores se enamoraron.
El padre de ella, ya de avanzada edad, pensó en casarla.
Para ello solicitó a su escribano que enviara cartas a los demás hijos de los reyes, y que le enviaran una fotografía, para ver cuál le gustaba a la princesa y casarla con el elegido.
Empezaron a llegar fotografías de los príncipes y a su hija no le gustaban.
Su padre se lo reprochó y ella, con lágrimas en los ojos,  le notificó a su padre que estaba enamorada  de Roberto, el hijo de uno de su escolta.
Al escuchar el rey decirle quién era, le  prohibió casarse, porque era pobre, sin títulos y no estaba a la altura.
El pobre padre, del  disgusto, se cayó tendido en el suelo.
Llamaron a los médicos, y como no le encontraban nada, no sabían qué hacer.
En estas estaban cuando pensaron que en el monte, en una cueva apartada, vivía un brujo, que sabía mucho de planta medicinales, pero nadie se atrevía a ir, porque decían que quién iba, no volvía.
Al enterarse Roberto de lo que ocurría, se ofreció voluntario. Partió hacia el monte.
Llegó a la cueva y  aunque el brujo lo recibió muy mal, a causa de las habladurías que decían de él, al contarle el joven, lo que ocurría, el brujo preparo unos brebajos, dándole instrucciones de como tenían que dárselo. 
Así se hizo.
Al reponerse el rey y saber a quien le debía la vida, autorizó el matrimonio de su hija con su salvador.
MORALEJA.- El amor todo lo puede, pero es un sentimiento más grande el no tener rencor.

-Pensamiento-


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