Este año, noviembre se ha despedido con agua. Después de la bonanza de las temperaturas, el campo resurge con las generosas aguas caídas del cielo.
Y el último mes del año ha traído las lluvias recientes están propiciando el despertar de veneros, fuentes y arroyos dormidos en muchos meses.
Con la llegada de diciembre, el verde olivar se mezcla con el negro de su fruto anunciando que llega el momento de la recolección.
La zona olivarera empieza a desperezarse: ¡comienza la campaña de la aceituna!
Muchos pueblos de esta provincia dedican unas jornadas a realizar actos con este motivo, tales como una cata de este delicioso caldo denominado oro líquido -El aceite- y celebrar conferencias enumerando las propiedades y otras ventajas sobre este producto.
Dicen que naturaleza nos ha aportado las dos mejores salsas: la yema y el aceite de oliva virgen.
Dos salsas que así, sin más elaboración se pueden tomar untando pan para disfrute del paladar más exigente.
En estas fechas aparecen por nuestros pueblos nuevos habitantes, los temporeros.
Personas de diferentes razas y procedencias, que animan el tranquilo discurrir de estos lugares, habitando casas que permanecen vacías durante el resto del año; frecuentando tiendas y bares, compartiendo los momentos de esparcimiento. El fútbol atrae muchos morenos y presencian los partidos, son grandes aficionados.
En cuanto, a la recolección, esta ha evolucionando drásticamente en cuanto a la mecanización de la misma.
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