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domingo, 7 de marzo de 2021

Tercer domingo y Camino de Cuaresma -19-

«No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado»
Hoy, ya cercana la Pascua, ha sucedido un hecho insólito en el templo. Jesús ha echado del templo el ganado de los mercaderes, ha volcado las mesas de los cambistas y ha dicho a los vendedores de palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado» (Jn 2,16). Y mientras los becerros y los carneros corrían por la explanada, los discípulos han descubierto una nueva faceta del alma de Jesús: el celo por la casa de su Padre, el celo por el templo de Dios.
¡El templo de Dios convertido en un mercado!, ¡qué barbaridad! Debió comenzar por poca cosa. Algún rabadán que subía a vender un cordero, una ancianita que quería ganar algunos durillos vendiendo pichones..., y la bola fue creciendo. Tanto que el autor del Cantar de los cantares clamaba: «Cazadnos las raposas, las pequeñas raposas que devastan las viñas» (Cant 2,15). Pero, ¿Quién hacía caso de ello? La explanada del templo era como un mercado en día de feria.
También yo soy templo de Dios. Si no vigilo las pequeñas raposas, el orgullo, la pereza, la gula, la envidia, la tacañearía... tantos disfraces del egoísmo, se escurren por dentro y lo estropean todo. Por esto, el Señor nos pone en alerta: «Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!» (Mc 13,37)
Y en el Camino de Cuaresma nos proponen tener fe, esa virtud nos ayudará a estar vigilantes para que germine en nosotros la Palabra, lo que Dios nos quiere decir y enseñar. 

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