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viernes, 4 de noviembre de 2016

Unos días de relax

Después de una temporada sin publicar nada,  me decido a contar una nueva experiencia.
Desde el 24 de octubre al 2 de noviembre, me recluí en un balneario.  Mi espalda y mi estrés de verano así me lo aconsejaron.
El lugar escogido ha sido unas instalaciones cuyo origen  se remonta a finales del siglo XIX. Por ellas pasó la aristocracia de finales de ese siglo, así como el presidente del gobierno de entonces, Don Antonio Maura. Ni que decir tiene que  sus aguas deben ser únicas.
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Esto es lo que reza la publicidad, a propósito de las aguas:
"Nuestras aguas medicinales son únicas en toda Europa por sus potentes efectos analgésicos, antiinflamatorios, antialérgicos y sedantes, usados en una amplia variedad de dolencias reumatológicas, respiratorias, rehabilitaciones postraumáticas, stress y ansiedad.
Además, nuestro equipo médico es puntero en el tratamiento termal de dolencias como el Parkinson, y diferentes afecciones cutáneas, como la psoriasis."
Ya digo, es lo que dice la propaganda.
En cuanto a su ubicación, situado al norte  de la ciudad de Murcia a unos 30 km.
Salvo la vegetación del entorno, es todo desértico. 
Solo está acompañado de algunas explotaciones agrícolas de naranjas, limones u otras hortalizas como alcachofa.
El clima es seco, según dicen, raras veces llueve. 
             
  
                   

En mi estancia hice dos excursiones: una a la ciudad de Murcia y otra a Cartagena
Cada una de ellas es diferente,  en cuanto a su historia.
La capital tiene unas grandes avenidas.
Muy ajardinada, y si, su centro es típico de ciudad de orígen árabe, de calles estrechas y edificio históricos.
Cartagena es ciudad antiquísima, milenaria que conserva su pasado naval y minero.
Reune en su trazado unos edificios señoriales, donde destacan el del ayuntamiento, el casino, el museo naval o el antiguo penal...
Mención aparte hay que hacer de los restos de su pasado púnico -cartaginés- o de su pertenencia al Imperio Romano. Algunos nunca se podrán contemplar, como el anfiteatro que sirvió de cimientos para la plaza de toros, y otros que si se pueden admirar todavía como es el teatro romano,   construido en el siglo I a.C.
Por lo dicho, se puede deducir que pasé unos días de descanso activo. En cuanto a la eficacia de los baños y del balneario supongo que lo veré con el paso del tiempo.
-Olmo-

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