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lunes, 8 de agosto de 2016

En un Balneario urbano: La Villavella VII

La ruta termal comienza en la Plaza, hoy llamada De la Villa.
En el pasado fue el centro neurálgico, con la iglesia, el Ayuntamiento -Casa de la Villa- y casas de baños: Baños de Monlleó, Baños Represa, Baños Galofre y Baños Santa Bárbara.
Siguiendo por la calle San Roque: Baños de San José -de Orengá- y Baños Grao.
Muy cerca, en la calle San José, estaban los baños del Canónigo.
Bajando a la calle San Vicente, y llegaban hasta la calle de la Cova Santa, los Baños Miramar...

Pero los verdaderos protagonistas eran el Cervelló y La Estrella.
En la planta baja del Museo se puede admirar un plano levantado por José Abad Monzó, en 1921.
En el pasado mes de julio se ha tenido la iniciativa de hacer un itinerario termal, colocando placas, con códigos QR para móviles, y poder seguir todas las casas de baños, balnearios, que han habido en La Villavella.
         
Yo he encontrado algunos datos en este libro:
Los baños del Cervelló se nutrían de las aguas minero-termales de la Font Calda -Fuente cálida-. Llamados así con el nombre de la persona que los construyó, en el año 1843. Pero parece ser que fueron demolidos hacia los años 40 del siglo XX; y la Fonda, construída en 1864, siguió el mismo camino y se derribó sin demasiadas contemplaciones en 1987.
 

La font Calda -en oposición a la font Freda- brotaba cerca del Cervelló. Era un punto animado de las personas que tomaban las aguas, y de las empleadas de las casas de baños.
Hacia 1927 había un espacio ajardinado, llamado la Glorieta. Ahora sólo quedan unos pocos árboles reales, y un monumento al naranjo, hecho en azulejo.
Así es en la actualidad la font Calda, donde por los grifos no sale agua, pero si que la hay. La verja sigue siendo la original:
         
Al final de la calle del Horno, y al principio de la Cova Santa, se encontraba el balnerario de La Estrella. La Fonda era un edificio de líneas elegantes y armónicas.
Tenía un claustro de columnas, orientado hacia el este, hacia la costa, hacia el mar.
Empezó a funcionar en 1873. Fue demolida a finales de la década de los 40, del pasado siglo.
El haber recibido visitantes desde hace siglos ha configurado a los villavellenses como gente muy amable. Entre ellos he conocido a Paqui, una senderista activa y resistente, habitante de la Plaza de la Estrella, desde siempre, ya que ha vivido allí toda la vida. Ella me ha contado la historia de la casa de García-Guijarro.
Don Luis fue cónsul en EEUU, en los años 50 de siglo pasado.
Este señor mandó construir una mansión,  en lo que entonces eran las afueras del pueblo. Su primera mujer, Dña Lucila no quería irse a vivir allí, porque estaba muy aislada.
Su marido, D. Luis mandó construir un recinto para guardar los aperos de labranza y la maquinaria, y, al lado, seis casitas adosadas, iguales dos a dos, que aún queda alguna de las primitivas, como por ejemplo, la de la fachada de color gris y que todavía conforman la calle de Santa Lucila, llamada así en memoria de la señora. Creo que fue una muestra profunda de amor por su esposa.
Actualmente la casa la habita su hijo, pero no está abierta a visitantes ni al público.
-Margalló-


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