Durante gran parte del siglo XVI se desarrolló en
España una literatura religiosa que tuvo sus años de esplendor a lo largo del
reinado de Felipe II, y se impulsó por la Contrarreforma tridentina, es decir
del Concilio de Trento.
Esta literatura se bifurcó en dos direcciones: la
ascética y la mística.
Uno de los aspectos de mayor interés en nuestras
letras en este siglo lo constituye la literatura mística.
La mística, en griego ‘sabiduría secreta’, es el don gratuito que Dios concede a algunas
almas al fundirse con ellas e inundarlas de amor.
Una de las más representativas figuras del
misticismo español es Sta. Teresa de Jesús. Hoy, 28 de marzo, celebramos el 500
aniversario de su nacimiento.
Nacida Teresa de Cepeda y Ahumada, vio la luz en
Ávila en 1515.
Alternó su actividad de fundadora, en veinte años
fundó 17 conventos, con una labor literaria excepcional.
Escribía por mandato de sus confesores o por amor a
Dios, que la inspiraba.
Su estilo era llano, familiar, empleando el lenguaje
del campo de Ávila, pero poniendo en ello una gracia espontánea, una
penetración psicológica muy sutil y un intenso fervor.
Es la representante
de la vía iluminativa, segunda fase del proceso místico, en la que
empieza a gozarse de la presencia de Dios y a sentir las vislumbres de su
gloria.
Sta. Teresa dice cuanto quiere, por muy complejo que
sea lo que piensa o lo que siente, con una prosa modelo de naturalidad y
sencillez, pero sus libros resultan obras maestras.
Murió en Alba de Tormes, Salamanca, el 15 de octubre
de 1582.
Desde aquí queremos tener un recuerdo en el
aniversario del nacimiento de esta santa andariega, no sólo porque sea doctora
de la Iglesia, sino también porque el convento de las Carmelitas está en la calle Santiago, parte trasera de nuestro centro; somos vecinos, como se puede ver en la imagen.
Disfruta de la versión musicada de un poema de Santa
Teresa, picando en el vídeo.
-Margalló-
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