Almendro, un árbol de floración temprana

Almendros trasplantados

Cómo sembrar un almendro

Como muchos otras plantas, este árbol nace de la semilla que es la almendra.

Cuando llega el tiempo de recogerla, allá por finales de agosto o septiembre, se le quita la cáscara dura. Aunque también puedes dejar solo la pipa.

En enero o febrero, en una maceta con tierra de flores, o que sea buena tierra, se pone la pipa, dentro de la tierra se riega para mantener la tierra húmeda dejas unos días hasta que se vea nacer.

Después, se deja un tiempo hasta ver que  la plantita está fuerte y sana.

Has de ver que el tronco está con un espesor como de un dedo. Ahora ya puedes injertar con la clase de almendra que tu tengas  pensado poner.

Campo sembrado de almendros

El almendro, pariente del melocotonero, o durazno, como lo llaman en América.

Es originario de Asia Menor y el norte de África. Como tal, tiene un buen desempeño produciendo un cultivo abundante de frutos secos en climas que ofrecen una larga temporada cálida y seca.

Las almendras siguen un florecimiento en el invierno o al inicio de la primavera. Crecen en sépalos que tienen una vida de cinco años. Para que tu árbol se mantenga productivo, retira la madera de frutos antiguos para el desarrollo de nuevos sépalos. El fruto está listo para la cosecha cuando su cubierta se abre.

Cómo saber cuando las almendras están maduras:

Normalmente maduran a fines del verano y comienzos del otoño, dependiendo de cuando han sido plantadas, la variedad y las condiciones de cultivo. Se notan que están maduras cuando se les despega la cáscara aterciopelada. 

Actualmente ha cambiado mucho la manera de recolección, antiguamente hecha toda a mano.

Una vez cosechados, los frutos secos deben ser retirados de sus cáscaras y secados al sol por dos días.

Luego se conservarán por seis meses en un lugar fresco y seco.

Las almendras son frutos secos ricos en nutrientes. Y los árboles han sido fuente de inspiración poética, como este texto que he encontrado en la red y que copio aquí:

Tantas veces floreces

sin que acabe el invierno,
cuando el frío no arrecia,
cuando el sol en el cielo
propicia un aire tibio,
precursor abrileño
que ha llegado temprano
a final de febrero.

Como tu blanca flor,
con su rosado centro
de pastel encendido,
haciendo frente al viento,
resistiendo a la helada
en la noche al acecho.

Como tú que en la rama
resistes aguaceros,
o soportas sequías
que te vienen del suelo
y floreces sutil
en los campos alberos.

Como tú quiero ser,
fuerte sin parecerlo.

Asemejarme a ti
mi dulce flor de almendro.

Idella Esteve

(02-11-12)

-Romero-