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martes, 9 de diciembre de 2014

Calendario de Adviento: Faltan 17 días

Masar.  = Amasar.
Es la palabra que os ofrezco hoy. 
Me trae recuerdos de cuando era una cría e iba con mi mandil -que aún conservo- al horno. Era un horno del concejo. Cada día uno del pueblo tenía que llevar la leña y la aliagas para encender.
Lo primero, si no se tenía masa madre, se iba a buscarla a casa de una vecina, a casa de la tía Librada, o de la tía Juana, o casa de la tía Mari Cruz, o de la tía Saturnina.
 Luego, ponía en la artesa, con harina bien cribada. Se cernía con un ciazo, para separar el remoyelo, es decir la piel del trigo que se quedaba arriba.
 
Se ameraba con agua, y se añadía la sal, para masar todo junto. La masa, tapada, con los mandiles de rayas grises, y las maseras bien escoscadas, las espolboreábamos de harina para que no se pegase.
Se dejaba subir, se dejaba inflar, es decir, se dejaba fermentar.
Ya en el horno, se cortaba en trozos,
con el raidor, util que se usaba también para raspar las maseras.


Ahora había que iñir. Se volvía a dejaba reposar entre los mandiles:


Los panes se marcaban con la pintera:
Los panes redondos o las cañadas, con una chorritadica de aceite se ponían en la pala y el hornero, que era el mismo siempre, lo metía a cocer.
También se masaban pan sobao, sequillos, tortas de manteca...
Para las fiestas, hacíamos tortafinas, almojabanas, escaldadas, madalenas... Las guardábamos en la cambra,  puestas en una tinaja llena a caramullo
El día de la fiesta brincábamos de gusto, de pensar en comérnoslas con nuestra familia.
El horno era un lugar para charrar mientras se hacía la faena. Lástima que se haya perdido aquello, aunque en algunas panaderías podemos encontrar estos productos.
-Carrasca-

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